La isla de Tabarca es uno de los destinos turísticos preferidos en verano por los visitantes de Alicante y especialmente de Santa Pola. A unos 20 km. del puerto de Alicante y a unos 8 km. del de Santa Pola, es un lugar idílico para disfrutar del agua limpia de una reserva marina y de los encantos de un pequeño pueblo del Mediterráneo. Durante Julio y Agosto es una aldea bulliciosa, con constante tráfico marítimo (las tabarqueras transportan miles de pasajeros desde Alicante, Santa Pola, Guardamar), con restaurantes a rebosar sirviendo Caldero (el plato típico de la isla) y con cientos de barcos fondeados en sus playas. Ello no le quita ni un ápice de encanto, pero es durante el resto del año cuando, por recuperar el paraje su ritmo natural, se aprecia mejor la verdadera magia y la tradición escondida de esta isla cuya historia se remonta hasta más allá de lo que la historia puede recordar.
Este pequeño islote siempre ha tenido un gran valor estratégico por su localización geográfica. Pero se nos escapa su fuerte vínculo con el indescifrable mundo mediterráneo antiguo. Las primeras menciones son de origen griego (la Geografía de Estrabón), y hablan de una isla íbera llamada Planesia, en la que hay una atalaya (Hemeroscopio) y un Templo de Diana (Artemision). La localización, sin embargo, es ambigua, ya que las referencias dan lugar a confusión. En el libro de Estrabón se habla también de una ínsula cercana llamada Plumbaria, quizás la isla de Benidorm, donde hay minas de plomo y una laguna. La evolución de la toponimia a Blanāsīa y a Isla Plana, en cualquier caso, es la referencia para seguir el rastro desde el origen de la ciudad.
Los romanos le dieron el nombre de Planaria. Se han recuperado muchos materiales de la época romana, pero no sabemos si tenían allí un poblamiento estable. Hay un puerto romano, existen restos de una necrópolis y de edificaciones quizá industriales, así como pecios con ánforas y anclas. Estrabón la describe como una isla peligrosa por la abundancia de escollos, de manera que los naufragios de naves romanas que se han hallado en las cercanías de la isla corroboran la referencia a Tabarca en su Geografía.
Y luego, como sucede a veces en la historia de España, la prehistoria de Tabarca se extiende hasta que empieza el dominio cristiano. Entre ese pasado glorioso (de comercio, industria, religión y avance militar) y las crónicas castellanas hay un gran agujero oscuro y silencioso, imagino que fruto de la hoguera y de la Inquisición. Pero tenemos la mención andalusí de la isla como Blanāsīa que, como decíamos, es derivación del nombre griego. Durante la soberanía islámica, la tendencia fue la de fortalecer el puerto de Elche, en Santa Pola, y la de abandonar las antiguas ciudades, trasladándose la población a la seguridad del campo. También ese pudo ser el caso de Tabarca, y que la población indígena fuera completamente desplazada. O bien que nunca hubiera habido un asentamiento fijo que diera continuidad a la ciudad íbera desde la caída del Imperio romano. El hecho de que la isla carezca de agua y tierra fértil, y que por tanto necesite estar conectada para subsistir, sugeriría que quedó despoblada en algún momento de este periodo.
Los primeros registros sobre la necesidad de establecer una fortificación datan del s. XIII, y la primera torre defensiva empezó a construirse en el s. XIV. En el s. XV, los castellanos establecieron un sistema defensivo organizado. Se entiende, al menos, que desde la caída de Al-Andalus hasta el momento en que la isla fue “habitada de inmemorial tiempo de cristianos”, Tabarca fue el refugio de los piratas que atacaban las costas de Alicante y del Bajo Vinalopó. La organización defensiva pretendía evitar la ocupación de la isla por corsarios berberiscos venidos de Argel y del norte de África, pero Tabarca había sido en estos siglos refugio de piratas de todas las naciones.
Durante esta época se la conocía como Isla Plana. La Historia Moderna de Tabarca comienza en el s.XVIII con la elaboración de un proyecto de colonización y de construcción de grandes edificaciones. Mientras tanto, en la isla tunecina de Tabarka, un grupo de colonos genoveses huía de la invasión otomana y se embarcaba en una larga travesía hasta que fueron acogidos en España. Estas 69 familias de cautivos llegaron probablemente a Cartagena y de ahí a Alicante. Con ellos se pobló la nueva colonia: Nueva Tabarca. En total, fueron 296 los tabarquinos instalados en la isla (31 habían nacido en Italia, 137 en Tabarka, 70 durante el cautiverio en Túnez y 58 durante el cautiverio en Argel). Todavía hay apellidos en Tabarca y Santa Pola que delatan su origen genovés: Buzo, Capriata, Jacopino, Colomba, Russo, etc. Se les dio a las familias casas y una serie de privilegios. Se empezó a construir la iglesia, la muralla y las edificaciones militares principales. Sin embargo, la realidad era que los colonos vivían en la miseria, faltaba agua potable y los edificios se deterioraban a un ritmo vertiginoso. Se usaba la torre como cárcel y el comercio era nulo en una aldea con lo mínimo para la subsistencia. En el s. XIX, la guarnición militar abandonó la isla y comenzó su verdadero declive. No obstante, quedaron los pescadores y los isleños. En este siglo, por ejemplo, se inauguró el faro, que llegó a ser escuela de fareros.
Y así, de nuevo en silencio, quedó la isla hasta bien entrados los años 60´ del s. XX, cuando empezó a cambiarse la economía pesquera por la turística. En los años 80´ se inició la restauración de casi todo, y luego la habilitación del entorno con la ayuda de algún benefactor enamorado del islote. También se declaró la isla reserva marina para proteger la pradera de posidonia y la rica fauna. Y hoy día es, como decíamos, uno de los destinos favoritos para turistas y habitantes locales. En los meses de verano, a pesar del jaleo, Tabarca no deja de ser magnífica. Pero cuanto más se profundiza en su historia y más se navega por sus aguas, más queda como en segundo plano su cara más conocida y vistosa, y se ve mejor esa otra cara, desconocida y siempre misteriosa, que hace que su encanto sea siempre nuevo.